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lunes, 15 de septiembre de 2008

Charly (más listo que un ratón)

Vi Charly (The Two Worlds of Charly Gordon) hace más de treinta años, una vez que la pusieron por televisión. Me gustó mucho y me dejó muy buen recuerdo. Luego me enteré que estaba basada en una novela de Daniel Keyes “Flores para Algernon”, relato que, no sé muy bien la razón, algunos califican dentro del género de ciencia ficción. Imagino que porque cuando se escribió, el nudo argumental estaba bastante más lejos de la realidad que ahora.

Estrenada en 1968 y con una música estupenda de Ravi Shankar, nos cuenta la historia de un hombre de 32 años, Charly Gordon, que según los datos que nos facilitan tiene un coeficiente de inteligencia de 59, verbal 69 y general 70, lo que según el DSM IV nos indicaría que padece un retraso mental leve.

Charly tiene muy buen carácter y pone mucho interés en hacer bien las cosas. Vive solo, trabaja limpiando y haciendo los recados en una panadería, asiste a la escuela nocturna para aprender a leer y escribir, tarea en la que progresa lentamente y con bastante dificultad, despertando el interés de su profesora, la psicóloga Alice Kinian.

En el trabajo es objeto de todo tipo de bromas y sus compañeros se ríen de él cruelmente, pero Charly no se da cuenta de ello y es feliz, incluso les considera sus mejores amigos.

Por mediación de la señorita Kinian le someten a un tratamiento experimental que mejora su inteligencia. Un procedimiento quirúrgico mediante el que reparan las partes de su cerebro que causan la deficiencia y que hasta ahora sólo se había probado en ratones, uno de los cuales se llama Algernon, un ratoncito muy, muy listo.

Pero la operación surte efecto y Charly se va haciendo cada vez más inteligente. Supera a Algernon, todo un logro para él, y supera a sus compañeros de la panadería que se sienten humillados al ver que “el tonto” hace cosas de las que ellos no son capaces. Lo que tiene como consecuencia que lo despidan del trabajo.


Se convierte en una nueva persona, culta, educada y muy inteligente. Se enamora de su profesora y es correspondido. Sorprende a los investigadores con sus progresos, que incluso lo presentan en un congreso como el primero de las muchas personas que mejorarán su inteligencia por el procedimiento que han probado.

Charly ya va más allá que sus propios sanadores y comprende que el proceso no es permanente. Es reversible y pronto volverá a ser como antes. Ahora todo se convierte en una carrera contra reloj en la que él mismo lidera las investigaciones para evitar su regresión.

En este marco se nos presenta una historia muy humana y romántica, con el personaje central excelentemente retratado. De hecho, su interpretación le sirvió a Cliff Robertson para ganar el Oscar al mejor actor en 1969. Curiosamente no se presentó a recogerlo y en su nombre lo hizo Gregory Peck.

Cuando hace unos días volví a ver la película, ya no me gustó tanto como la primera vez. A veces las expectativas creadas y los recuerdos nos juegan esas malas pasadas. Pero de todos modos, es un excelente film con muchas cosas que comentar.

Principalmente el personaje del propio Charly y su evolución a lo largo de la historia. Primero sencillo, bonachón e ingenuo, aunque con mucho orgullo, que manifiesta con Algernon, su rival y compañero de vicisitudes.


Sabe que no es igual que la gente que le rodea, que hablan y hacen cosas que no entiende. Les admira y les imita, le gustaría ser como ellos, pero no les envidia, es feliz con su existencia.

Sin embargo, cuando le proponen hacer una carrera con Algernon está seguro de ganar, “yo soy mucho más grande”, pero lo que no sabe es que van correr por un laberinto y en igualdad de condiciones. Y Algernon gana. Siempre.

Charly se siente frustrado. Sabe que los demás hacen cosas que le superan, pero no le importa, lo tiene asumido. Ahora, que le gane un ratoncillo… Es demasiado para su autoestima.

Comprenderéis lo cruel y, a mi juicio, innecesario de este procedimiento. Si pretendo medir la habilidad de alguien en una determinada prueba, basta con cronometrar sus actuaciones y si quiero, ya las compararé con otros registros de él mismo, de otras personas, ratones o lo que se me ocurra. Los resultados serán mucho más fiables.

Pero hacer competir a ambos es cruel para el sujeto, sobre todo si pasa lo que vemos en el film. Ahora bien, tenemos que admitir que el impacto dramático de la escena es mucho mayor si la prueba la planteamos en forma de carrera. Además, para Charly tiene un efecto enormemente motivador. Superar al ratón es un reto que tiene que lograr.

El resto de pruebas le producen fundamentalmente sorpresa. Le dejan un tanto descolocado. En el test del principio le piden que imagine qué es lo que les pasa a las personas que aparecen en los dibujos que le presentan. Él dice que no puede saber qué les ocurre a personas que no conoce. Es evidente que otras capacidades no tendrá, pero lógica no le falta.

La prueba parece una variante una variante del Test de Apercepción Temática (TAT).


O quizás del Multi-Motive Grid (MMG).


Por lo poco que se ve no estoy seguro, si alguien lo identifica que por favor nos lo diga. De todos modos y a pesar de lo populares que son, los test proyectivos no son lo mío. No es que desconfíe de ellos, pero es que a veces pienso que miden más los motivos del terapeuta que del sujeto.

A diferencia de la película, en la novela emplean el más conocido Test de Rorschach, el de las manchas de tinta, y resulta enternecedor cómo Charly se enfrenta a él:

"(…) Bueno a dicho Burt (el terapeuta) que bes tu en esa carta. Yo beia tinta y e tenido miedo aunqe llebaba mi pata de conejo en mi bolsiyo porqe cuando era peqeño me eqibocaba en todos los tests de la escuela y tanbien derrame tinta.
Le dige a Burt veo tinta derramada sobre una carta blanca. Burt digo si y sonrio y eso me tranqiliso. El continuo bolbiendo mas cartas y yo le dige que algien abia derramado tinta negra y tinta roga sobre todas las cartas. (…)

(…) Burt es mui amable y abla lentamente como aze miss Kinnian en su clase para adultos retasados donde boi a aprender a leer. El me a esplicado que eso era un test de ro chac. Dise que ai gente que be cosas en la tinta. Le pedi que me mostara donde. No me lo mosto pero me digo piensa imagina que ai algo en la carta. Yo le dige yo pienso en una mancha de tinta y el sacudio la cabeza y digo dime en que te ase pensar esa mancha. Imagina que bes algo. Piensa que podria ser. Yo serre los ojos un buen rato para imaginar y dige imagino una boteya de tinta derramada sobre una carta blanca. En aqel momento la punta de su lapis se ronpio y nos lebantamos y salimos.
Pienso que no e pasado el test de ro chac
.”

Yo lo que pienso es que Charly estuvo genial.

Fijaros en cómo están escritos los párrafos que os acabo de transcribir. La novela está redactada en forma de diario que escribe el propio sujeto y va anontando lo que le pasa y cómo ve él sus progresos. El texto, torpemente escrito al principio, se va puliendo en calidad, estilo y profundidad a medida que la terapia progresa, cosa que así “vemos” de manera incluso más gráfica que en la película.

Con su estilo, cada vez menos ingenuo, Charly nos va explicando su propia madurez, cómo se da cuenta de la simplicidad de su existencia anterior, de la mala fe de la actuación de sus “amigos” de la panadería, del despertar de sus sentimientos hacia la señorita Kinian, con la que empieza a tener sueños eróticos. Sueños, estos y otros, que interpreta por el método de asociación de ideas que le explicaron sus terapeutas.

En un momento dado, mes y medio después de la operación, le vuelven a pasar el test, pero ya lo interpreta y lo cuenta de otra manera:

“Volví al laboratorio con Burt y emprendimos de nuevo el Rorschach. Examinamos lentamente las cartas. Esta vez mis respuestas eran distintas. "Veía" cosas en las manchas de tinta. Un par de murciélagos que se agarraban mutuamente. Dos hombres que hacían esgrima. Imaginaba todo tipo de cosas. Pero, pese a todo, me di cuenta de que todavía no tenía plena confianza en Burt. Continuaba girando y dando vuelta a las cartas para mirar la parte de atrás y ver si había algo oculto allí.
Eché una ojeada a las notas que estaba escribiendo. Pero todas ellas estaban escritas en código, y se leían más o menos así:

WF + A DdF - Ad orig. WF - A SF + obj.

El test seguía sin tener sentido. Creo que cualquiera puede contar mentiras acerca de imágenes aunque no las haya visto realmente. ¿Cómo pueden saber que no me burlo de ellos diciéndoles cosas que ni siquiera he pensado?”.

Nuevamente genial Charly. Mirad el siguiente vídeo, es de otra película pero viene "al pelo".


Son unas imágenes que saqué de un capítulo de Stargate SG1, serie de ciencia ficción que a veces tiene cosas muy interesantes (para más información pulsa aquí).


Bueno, volviendo finalmente a Charly, creo que antes de terminar tenemos que reflexionar sobre los sentimientos, la felicidad, que experimenta el personaje a lo largo de la historia. Los espectadores nos sentimos tristes al ver el final, incluso él se asusta cuando ve el futuro que le espera.

Pero ¿cuál es la última imagen que se nos presenta? ¿Cuándo es más feliz Charly? Para nosotros es desde luego un final triste, pero ¿lo es para él?

Os dejo que yo ya me he enrollado bastante.

Saludos,




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