AVISO IMPORTANTE

AVISO: Las informaciones contenidas en este blog pueden desentrañar importantes aspectos del argumento, incluso del final de la película en cuestión.

martes, 14 de diciembre de 2010

Up in the air - Psicología del trabajo en tiempos de crisis

El otro día una amiga me preguntó por “Up in the air”. Hacía como un año que la había visto y la verdad es que no me llamó demasiado la atención.

Lo que más recordaba es la aparente seguridad del protagonista y cómo la pierde cuando su trabajo, lo único que en realidad tiene, está a punto de cambiar.

El caso es que su consulta me picó la curiosidad, la acabo de volver a ver y mira… creo que esta vez le he sacado más jugo.

Dirigida por Jason Reitman, el argumento de la película se centra en el trabajo de Ryan Bingham, interpretado por George Clooney. Se trata de un personaje que, como ya he dicho, llama la atención por su seguridad y su meticulosidad. Su trabajo le hace viajar muchísimo. Va constantemente de acá para allá y prácticamente vive en los aviones, las salas VIP de los aeropuertos y los buenos hoteles en los que pernocta ocasionalmente en las ciudades en las que va a despedir gente, su trabajo.

Bueno, en realidad todo eso constituye su vida. Y su seguridad se la dan los conocimientos que tiene para manejarla, desde los trucos para elegir la cola adecuada para facturar en los aeropuertos, hasta la manera que tiene para elegir el mensaje adecuado que le da a la gente que despide.

Ryan se nos presenta como un hombre libre, sin ataduras, que realiza su trabajo con eficiencia y disfruta tanto viviendo en hoteles y aeropuertos, que el auténtico suplicio es volver a su casa.




La verdad es que viajar en primera y poder esperar tu vuelo en la sala VIP es bastante agradable, vamos, sin comparación a cuando lo haces en turista como un simple “peregrino”. Pero así y todo la vida de Ryan es absolutamente vacía y su máxima aspiración es simplemente viajar diez millones de kilómetros para conseguir una tarjeta de privilegiada en una compañía aérea.

Alex (Vera Farmiga), una mujer que viaja tanto como él, su alma gemela con la que inevitablemente entabla una relación sentimental, es la que le sacará de su paraíso itinerante y le obligará a poner los pies en la tierra. Ryan descubre que Alex sí, viaja tanto como él, disfruta de los hoteles y restaurantes que conoce, colecciona tarjetas de usuario privilegiado como él, pero a diferencia de él, ella tiene una casa a la que regresar y una familia que la espera.




Alex tiene una vida real cuya intimidad preserva celosamente y Ryan es sólo un "paréntesis" en ella, una relación que está a nivel distinto del real, sexo sin compromiso, sin problemas, una persona agradable con la que compartir las escalas de su viaje y nada más. Pero para Ryan la cosa es bien distinta, puesto que su vida es el viaje, pero se acaba de dar cuenta que no tiene ningún sitio a dónde ir.

Dirás que no tiene nada que ver, pero la escena en la que todo esto pasa me recordó muchísimo a diversas conversaciones que he mantenido sobre las relaciones personales en internet. En los chats y en los mundos virtuales, uno se mete en una realidad distinta a la suya cotidiana, su personalidad es diferente y su anonimato está garantizado. Uno se tiende a comportar como no lo hace realmente y las relaciones personales-sentimentales se establecen sin las ataduras e inhibiciones de la “vida normal”. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando estudié este tema es que la inmensa mayoría de la gente que llegaba a tener “ciberamantes” no tenía sensación de infidelidad respecto a su pareja “real”. Eran relaciones distintas en mundos distintos y todo va bien mientras los dos conozcan y respeten las reglas.

Ryan y Alex no se mueven en un mundo virtual como pueda ser Second Life, pero cuando llegan a un aeropuerto el avión les transporta a una realidad en un plano diferente. Una cosa es lo que ocurra en el viaje y otra muy distinta lo que pasa en su casa. Toda va bien si los dos juegan a lo mismo. El problema de Ryan es que no sabe que Alex está “jugando”.




Entevista con Vera Farmiga



Y hablando de relaciones virtuales, el sistema que intenta implantar Natalie (Anna Kendrick) para despedir a la gente por videoconferencia también tiene unas connotaciones psicológicas importantes. Cuando interaccionamos sin tener delante físicamente a nuestro interlocutor actuamos de manera distinta a cuando estamos literalmente con él. Solemos tener bastante menos en cuenta los convencionalismos sociales. Podría decirse que somos más lanzados e incluso menos educados. Es lógico. Piensa que estás cómodamente en tu casa, en la intimidad de tu habitación, en un entorno que dominas y solo, delante de la pantalla de tu ordenador. En ese momento, alguien con el que estás hablando te dice o escribe algo que consideras inconveniente. Si estuvieses sentado al lado suyo en la misma habitación, probablemente tu educación convencional te llevaría a mostrarte en desacuerdo pero evitando el conflicto: “mira, pienso que eso no es así”. En cambio, estando en la seguridad de tu casa y a kilómetros de la otra persona la probabilidad de contestar: “no digas estupideces” es muchísimo mayor y a partir de ahí ya comienzan las “hostialidades”.




Entrevista con Anna Kendrick



Este, entre otros factores, hace que las relaciones virtuales sean mucho más intensas para lo bueno y para lo malo. Si queremos implementar laboralmente un sistema por internet, ya sea de teletrabajo o para despedir a la gente por videoconferencia, como nos cuentan en la película, tendremos que tener en cuenta el aspecto psicológico distintivo que implican las relaciones virtuales. Mi regla de oro para estos casos es bien sencilla: “no decir o escribir nada que no le diríamos cara a cara a la otra persona”. Parece una tontería, pero ni te imagimas la de problemas que se evitarían si todo el mundo hiciese caso de ello.

Respecto a los aspectos que te interesan, es evidente que el protagonista tiene grandes conocimientos de psicología aplicada, pues la usa constantemente, aunque no se hable de ello en la película. Lo vemos en su dominio del entorno en el que se mueve, los aeropuertos y en su comportamiento en el desempeño de su trabajo.

Precisamente la Psicología del Trabajo se ocupa de estudiar el entorno en el que interrelaccionan el trabajador y la empresa. Sus intereses son temas tales como la ergonomía o la selección de personal y todo con una finalidad fundamentalmente económica. Cuanto más adecuada sea la persona para su puesto y cuanto más cómoda esté en éste, tanto mejor será su productividad, aunque a veces nos intenten "vender" el aspecto contrario, el del bienestar de los trabajadores.

Basándose precisamente en ese aspecto y en estos tiempos de crisis, la empresa de Ryan está en auge. Hay montones de gente a la que despedir y él lo sabe hacer con dignidad, intentando dar esperanzas a la persona que de repente se ve en la calle. El sistema no es nuevo y se trata de decir al trabajador “tengo que prescindir de ti pero te voy a ayudar a conseguir otro empleo, incluso mejor que este”.



La actividad laboral es quizás el principal elemento organizador de la vida de la persona. Perderlo no significa sólo quedarte sin ingresos, significa quedarte sin saber qué hacer después de tener tu vida organizada durante años. Esta nueva situación puede ser altamente destructiva para la persona y es lo que en muchas ocasiones pasa en la jubilación.

Ryan les ayuda a superar esa situación, ese “limbo” según sus propias palabras. Con aparente frialdad y sin ningún atisbo de compasión, su estudiada actitud pretende indicar que el cambio no tiene por qué implicar una situación desesperada y que no es necesario dramatizar, sino planificar el futuro.

Pero por muy bien que haga Ryan su trabajo, eso no significa que las noticias que lleva sean bien recibidas por los afectados y hay que destacar aquí las apariciones de los "despedidos" en la película. Son breves pero intensas. Cada frase que dicen es un problema de la vida real y creo que todos nos hemos sentido identificados con ellos pensando en nuestras propias reacciones si nos pasara algo semejante.




Entrevista con Jason Reitman



Y también Ryan es un gran conferenciante, aunque el mensaje que transmite es bastante deprimente. Con su simbólica mochila nos hace ver que todas nuestras “posesiones”, todas nuestras relaciones y compromisos pesan, nos atan y en el fondo nos impiden movernos. Como cualquier excursionista sabe, iríamos mucho más deprisa, nos cansaríamos menos y seríamos mucho más libres si vaciásemos esa mochila. Bien, es cierto y tiene su lógica, pero a veces necesitas llevar cosas en la mochila, aunque pesen, para poder sobrevivir. Sólo al final se da cuenta Ryan de que su mensaje es equivocado y que precisamente esas cargas de la mochila son lo que hace felices a las personas.

Así, la vida de Ryan da un vuelco importante. Consigue conservar su trabajo tal y como él quería, pero sus viajes ya no serán su objetivo de vida y además, trabajo por trabajo y por muy bien que lo haga, él, más que la gente que despide, es el que tiene uno desagradable y desagradecido, aunque tarde toda la película en darse cuenta de ello.

Saludos,



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viernes, 4 de junio de 2010

Psicosis - El trastorno de Norman 50 años después

Cuando pensamos en películas que estén relacionadas con la psicología, una de las que primero acuden a la mente de la mayoría suele ser “Psicosis”. Calificada como obra maestra del genial Hitchcock, particularmente debo decir que, de las suyas, es una de las que menos me gustan.

Si tuviese que elegir algo de entre su filmografía para expresar la unión que existe entre Psicología y Cine, invariablemente me quedaría con Recuerda, aunque si lo piensas bien, nos podría servir cualquiera de las que dirigió Sir Alfred. Casi todas tienen un componente psicológico importantísimo.



Pero resulta que este año se han cumplido 50 del estreno de Psicosis y el comentario en una web como esta parece obligado. La idea era hacerlo antes del 16 de junio, la fecha del estreno en Estados Unidos o en todo caso antes del 2 de abril del 2011, cuando se cumplirían cincuenta años del estreno en España. Aunque el borrador lo empecé a escribir en junio, al final el tiempo se me ha echado encima y aquí estoy, entre una fecha y otra.

Mi problema al afrontar este comentario es que de Psicosis se ha escrito mucho y como no quiero repetir me voy a centrar en los dos aspectos que a mi juicio impiden que esta película sea una obra maestra. Conste que no pretendo dar lecciones a Hitchcock, pero es que con lo que ha avanzado la psicología en cincuenta años es fácil encontrar explicaciones alternativas a las que se encontraron a mediados del siglo pasado.



El primero de los aspectos a los que me refería es el "macguffin", esa distracción argumental con la que Hitchcok pretende despistar al espectador para después sorprenderlo. No lo recordaba así y de hecho no me gustó nada. No sé si es que el tiempo no pasa en balde, pero no es creíble.

Fíjate en el personaje de Marion. Creo que está mal construido. No sé por qué Hitchcock lleva a Janet Leigh a sobreactuar, haciendo que su papel resulte falso. Es cierto que después de haber robado el dinero la pueden los nervios, se arrepiente y se le ve en la cara, pero es que es tal la expresión de culpa que tiene que uno no entiende cómo el policía no la detiene desde el principio. Afortunadamente cuando llega al motel de Norman se tranquiliza y su personaje vuelve a ser más aceptable. Lástima que ya le quede poco papel.



El segundo aspecto que quería comentar es la explicación que se da al final sobre el trastorno que padece Norman.

El psiquiatra nos viene a decir que sufre un trastorno de personalidad múltiple. Que mató a su madre y que desde entonces, para aliviar la culpa, adopta periódicamente su personalidad la cual de hecho dirige su vida y ahora es la dominante.

Al cine le gusta mucho el TID, Trastorno de Identidad Disociativo, que es como se conoce ahora a la personalidad múltiple. De hecho, si repasas la entrada sobre "Las tres caras de Eva", comprobarás que esta patología le debe muchísimo al cine, aunque a pesar de ese cariño que se tienen mutuamente, a veces el trastorno es retratado con notorios errores.

Tal es el caso de Psicosis, con el agravante de que aquí la confusión es más chocante puesto que nos viene servida de boca de un especialista que en lugar de aclararnos lo que pasaba, nos termina liando.

Bien es cierto que para el argumento de la película igual da que sea un trastorno que otro, pero a nosotros eso sí nos importa.

Sabemos que en Norman "aparece" con frecuencia la personalidad de su madre, pero sin que desaparezca la suya propia. La madre es dominante e intenta dirigirle, ocasionando sonoras discusiones en las que Norman pone las dos voces. Y cuando no consigue "convencerle" toma el control del cuerpo del hijo que, vestido como su madre, actúa como si ella misma fuese. Así asesinó a varias chicas por las que se interesó el muchacho, siendo Marion sólo la última.



Bien, veamos lo que nos dice el DSM IV sobre el TID, la explicación oficial del trastorno de Norman:

Criterios para el diagnóstico de
F44.81 Trastorno de identidad disociativo (300.14)


A. Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con un patrón propio y relativamente persistente de percepción, interacción y concepción del entorno y de sí mismo).

B. Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de forma recurrente el comportamiento del individuo.

C. Incapacidad para recordar información personal importante, que es demasiado amplia para ser explicada por el olvido ordinario.

D. El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., comportamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una enfermedad médica (p. ej., crisis parciales complejas).

Nota: En los niños los síntomas no deben confundirse con juegos fantasiosos o compañeros de juego imaginarios.


Bien, tenemos al menos dos personalidades que controlan alternativamente al sujeto, pudiendo alguna de ellas ser consciente de lo que hacen las otras. Existe una personalidad dominante que tiene más fuerza que las otras, pero todas son algo interno y respectivamente, cada una de ellas constituye en su momento el "yo" del sujeto.

Esto no concuerda con lo que le pasa a Norman. Él ve a la madre como algo diferente de sí mismo, coexiste con él e incluso discuten. El hecho de que tenga el cadáver de la madre disecado es algo que le sirve a Hitchcock para que de vez en cuando aparezca en pantalla y afianzar en el espectador la sensación de que el personaje es real.



Pero ahora sabemos que no lo es y si tampoco es una personalidad alternativa del protagonista... ¿qué es?.

Pues una alucinación de Norman y como tal él la percibe como algo externo que aparece en su vida e intenta controlarla. No sólo la percibe visualmente, sino que también la oye y de hecho le pone voz cuando discute con ella.

¿Dónde podemos ver algo así?, pues en la esquizofrenia. Veamos otra vez lo que nos dice el DSM IV:

Criterios para el diagnóstico de
F20.xx Esquizofrenia


A. Síntomas característicos: Dos (o más) de los siguientes, cada uno de ellos presente durante una parte significativa de un período de 1 mes (o menos si ha sido tratado con éxito):

1. ideas delirantes
2. alucinaciones
3. lenguaje desorganizado (p. ej., descarrilamiento frecuente o incoherencia)
4. comportamiento catatónico o gravemente desorganizado
5. síntomas negativos, por ejemplo, aplanamiento afectivo, alogia o abulia

Nota: Sólo se requiere un síntoma del Criterio A si las ideas delirantes son extrañas, o si las ideas delirantes consisten en una voz que comenta continuamente los pensamientos o el comportamiento del sujeto, o si dos o más voces conversan entre ellas.

B. Disfunción social/laboral: Durante una parte significativa del tiempo desde el inicio de la alteración, una o más áreas importantes de actividad, como son el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado de uno mismo, están claramente por debajo del nivel previo al inicio del trastorno (o, cuando el inicio es en la infancia o adolescencia, fracaso en cuanto a alcanzar el nivel esperable de rendimiento interpersonal, académico o laboral).

C. Duración: Persisten signos continuos de la alteración durante al menos 6 meses. Este período de 6 meses debe incluir al menos 1 mes de síntomas que cumplan el Criterio A (o menos si se ha tratado con éxito) y puede incluir los períodos de síntomas prodrómicos y residuales. Durante estos períodos prodrómicos o residuales, los signos de la alteración pueden manifestarse sólo por síntomas negativos o por dos o más síntomas de la lista del Criterio A, presentes de forma atenuada (p. ej., creencias raras, experiencias perceptivas no habituales).

D. Exclusión de los trastornos esquizoafectivo y del estado de ánimo: El trastorno esquizoafectivo y el trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos se han descartado debido a: 1) no ha habido ningún episodio depresivo mayor, maníaco o mixto concurrente con los síntomas de la fase activa; o 2) si los episodios de alteración anímica han aparecido durante los síntomas de la fase activa, su duración total ha sido breve en relación con la duración de los períodos activo y residual.

E. Exclusión de consumo de sustancias y de enfermedad médica: El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga de abuso, un medicamento) o de una enfermedad médica.

F. Relación con un trastorno generalizado del desarrollo: Si hay historia de trastorno autista o de otro trastorno generalizado del desarrollo, el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se realizará si las ideas delirantes o las alucinaciones también se mantienen durante al menos 1 mes (o menos si se han tratado con éxito).


Bueno, aquí encontramos más coincidencia, aunque no esperes demasiada exactitud, como me dijo una profesora hace años "Julio, la psicología no es una ciencia, es un arte". A lo que se refería es que no es una ciencia "exacta" y que requiere grandes dosis de interpretación. Por ello cabe la posibilidad de que mi interpretación no sea la correcta, tú verás si la aceptas o no, pero tal parece que Norman es esquizofrénico, probablemente mató a sus padres bajo la influencia de su enfermedad y desde entonces sus alucinaciones tomaron la forma de la madre, que pasó a dirigir su vida.



Habrás observado que para el cine es un recurso muy impactante y efectivo el emplear sujetos con personalidad múltiple en la que le coges cariño a la buena y luego te sorprende con que el malo malísimo de la historia es él mismo pero con otra personalidad. O también la historia del chico bueno, que bajo la influencia irresistible de sus alucinaciones esquizofrénicas comete los peores crímenes. Ambos son recursos cinematográficos que han demonizado estas enfermedades, aunque actualmente y con el tratamiento adecuado, los sujetos que las padecen pueden llevar una vida prácticamente normal, pero claro, eso no es noticia ni da para un guión cinematográfico.

En fin, hasta aquí mi análisis sobre Psicosis, aunque repito que puedo estar perfectamente equivocado, por lo que te recomiendo que desarrolles tu propio criterio y efectúes tu propio análisis. Si necesitas más información puedes consultar las entradas sobre "Las tres caras de Eva" para profuncizar más sobre el Trastorno de Identidad Disociativo y mirar también las de "Spider" y "Carretera perdida" para saber más sobre la Esquizofrenia.

Después, si quieres, nos das tu opinión al respecto.

Saludos,



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lunes, 24 de mayo de 2010

Un día de furia

Dirigida por Joel Schumacher en 1993, "Un día de furia" es un drama personal al que psicológicamente se le puede sacar más provecho de lo que en un momento parece.

Nos presenta la historia de un personaje aparentemente contradictorio, William Foster (Michael Douglas), un ejecutivo de aspecto tranquilo que nos sorprende con sus violentas reacciones.

A mi juicio la primera escena es muy interesante y parece que va a definir el sentido de la película. Atrapado en medio de un atasco de tráfico, con un calor sofocante que el aire acondicionado del coche no puede paliar, todo el ambiente que rodea a William se vuelve hostil y vemos como su tensión aumenta, augurando la explosión de furia que anuncia el título de la película.

Pero no, tal explosión no se produce. William se harta, decide que no puede aguantar más, así que abandona su automóvil en medio de la autopista y se va caminando, ante el asombro del resto de los conductores.




Su actitud es tranquila. Le dice a otro conductor que deja el coche y se va andando a su casa, pero se lo dice sin ningún asomo de enfado. Incluso actúa de igual manera en el resto de interacciones que mantiene con la gente que se cruza. Él está sereno, calmado y es bastante amable, pero cuando obstaculizan sus propósitos, sobre todo cuando lo hacen de manera abusiva o que él considera injusta, es cuando reacciona de manera violenta.

Aunque es una violencia curiosa, por lo menos a mí me llamó la atención. No se deja llevar por un arrebato de ira en el que reacciona sin pensar y luego se arrepiente de lo que ha hecho. No. Al contrario. Mantiene una postura sosegada, sin alterarse. Parece que la hostilidad no es una opción en su abanico de conductas posibles. Pero nunca retrocede y cuando alguien intenta imponerse injusta o violentamente, reacciona con una contundencia inesperada, utilizando las armas que antes habían empleado contra él.




William parece que toma el papel de súper héroe de “a pie”. Un ciudadano justiciero y hasta vengativo que no tiene piedad con la publicidad engañosa, ni con los chicos que le asaltan en el parque, ni con el comerciante que le pide un precio abusivo por un refresco. Eso le costara que le destroce la tienda, pero que antes de irse le abone el precio que consideraba “justo”.

Cuando la estaba viendo, pensé que la película podía reflejar adecuadamente el fenómeno que Zillman había definido como “transferencia de la activación”. Según esto, una persona que se viese sometida a una experiencia activadora (estresante) podría no manifestar en ese momento la descarga emocional que sería de esperar, pero podría quedarse lo suficientemente excitada para que luego un segundo estímulo, aparentemente insignificante incluso, desencadenase una reacción desmedida, que sería evidentemente más la respuesta a la primera experiencia que a la segunda. Entonces, sólo podremos comprender esa reacción si conocemos la historia previa.

La película nos muestra todas esas historias previas. Vemos como William acumula tensión en el momento del atasco, pero entonces no reacciona. Se va con su tensión acumulada hasta que se topa con el comerciante coreano, que recibe su descarga de ira cuando no le da el cambio que necesita y le pide un precio abusivo por la bebida. Y lo mismo en toda la película.




Está separado de su mujer. Es el cumpleaños de su hijita y sólo quiere verla ese día para llevarle un regalo. Pero su mujer no quiere saber nada de él y parece que todas las circunstancias se han puesto en contra de esa visita. Se siente frustrado y cada episodio que vive incrementa más su excitación, aumentando la violencia de sus reacciones. Así en la genial escena de la hamburguesería, los empleados se quedan perplejos cuando William la emprende a tiros por que la hamburguesa que le dan no es como la de la foto.




Esas explosiones de ira serían lo lógico y esperable después de las experiencias que vive el protagonista. Pero hay algo que no cuadra en las escenas violentas. La ira implica una respuesta emocional, no meditada, en la que es nuestro sistema límbico y no la corteza cerebral el que regula nuestras acciones y da rienda suelta a nuestra energía.

Aunque no lo parezca, la ira, como todas las emociones, es una respuesta adaptativa y muy útil para nuestra supervivencia. Proporciona una alta activación que dota a nuestras acciones de una elevada energía que da contundencia a nuestra respuesta. Además el rostro adopta una expresión facial característica que avisa a todo el mundo del estado emocional en el que nos encontramos y es una señal para que no se interpongan en nuestro camino. Pero lo característico es que todo eso ocurre rápidamente, a veces demasiado. Es como un acto reflejo en el que se actúa sin pensar, sin evaluar las consecuencias y en muchas ocasiones “metiendo la pata”.




Pero eso no pasa aquí, William no se deja llevar por la ira. Reacciona violentamente pero nunca pierde la compostura, ni el control. Su rostro no se altera. Sus acciones son medidas, hace lo que quiere hacer porque considera que debe de dar su merecido a alguien. Pero la furia en su acepción más conocida brilla por su ausencia.

Creo que el título original en inglés Falling Down (Cayendo) refleja muy bien esa sensación de huida hacia delante que vive el protagonista. El título que le han puesto en español “Un día de furia” es poco meditado y nos lleva a pensar en un irascible personaje que en principio no existe (luego te comentaré por qué pongo “en principio”).

Pero entonces ¿que le pasa a William?. Pues es una persona psicótica, antisocial que parece sufrir un trastorno de control de impulsos. Aunque no se deja llevar por la ira y tampoco pierda su aspecto de meticuloso oficinista, sus violentas reacciones son desproporcionadas e inadmisibles en el marco de la convivencia social. Probablemente todos hubiésemos deseado reaccionar como él en más de una ocasión, aunque normalmente no lo hacemos. Las reglas de la convivencia nos lo impiden.

Pero sí hay una escena en la que vemos a William perder los estribos. ¿Sabes cuál es?. La secuencia de la película que ve en el vídeo de la casa de su mujer. Cuando su hija no hace lo que él quiere y eso le provoca una irritación exagerada. Tal escena no parece ser un episodio aislado y sus frecuentes e impredecibles repeticiones son lo que han provocado la separación de su mujer. Es el único momento en el que vemos al personaje irascible que antes había comentado que “en principio” no existía.

El trastorno de control de impulsos del que hablaba antes parece entonces que se manifiesta como un trastorno explosivo intermitente, que sería el auténtico problema de William. Pero te sugiero que vuelvas a ver la película, compares les escenas violentas y veas la diferencia entre los episodios que le suceden a lo largo de la historia y el que está grabado en la cinta de vídeo. Comprobarás lo que es furia y lo que no lo es.

Ese trastorno explosivo intermitente se caracteriza según el DSM IV por:

A. Varios episodios aislados de dificultad para controlar los impulsos agresivos, que dan lugar a violencia o a destrucción de la propiedad.

B. El grado de agresividad durante los episodios es desproporcionado con respecto a la intensidad de cualquier estresante psicosocial precipitante.

C. Los episodios agresivos no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad, trastorno psicótico, episodio maníaco, trastorno disocial o trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, medicamentos) o a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal, enfermedad de Alzheimer).

A falta de conocer mejor el historial de William y de poder realizarle otras pruebas, creo que con los datos que nos da la película se pueden descartar otros trastornos de personalidad. Pero con lo que hemos visto y deducido ya tenemos una explicación bastante coherente de lo que pasa. A saber: que el título de la película nos ha confundido y que el cine a veces se equivoca al manejar los trastornos psicológicos o, en todo caso, no lo hace con la rigurosidad requerida.

En resumen, si William padece un trastorno explosivo intermitente no es normal que actúe con tanta sangre fría durante toda la película. Y si no lo padece, no es normal que pierda los estribos de esa manera en la escena con su hija. ¿O sí?. ¿A ti qué te parece?.



Otro personaje que nos puede pasar desapercibido en medio de tanta violencia es el de Amanda Prendergast (Tuesday Weld), la mujer del detective Pendergast (Robert Duvall). Seriamante afectada por la muerte de su pequeña hija, parece sumida en un estado depresivo, agravado por un miedo obsesivo de que a su marido le pueda pasar algo.

Se refugia constantemente en su esposo, agobiándole con sus imaginarios males que pueden hacer incluso pensar que Amanda pueda padecer el Síndrome de Münchausen, sufriendo enfermedades ficticias para reclamar constantemente las atenciones del marido.

Tal situación es la que provoca que el detective pida la jubilación anticipada para aliviar a su mujer del miedo que le produce su trabajo de policía y también para poder prestarle las atenciones que requiere. Es una decisión que sus compañeros no comprenden, va en contra de sus principios y de su vocación de policía, pero está dispuesto a realizar ese sacrificio por amor.

La decisión del sensato detective es a todas luces equivocada, ya que lo único que haría es reforzar la conducta de su mujer, que probablemente se fuese incrementando en lo que a solicitud de atenciones se refiere. Afortunadamente, el final feliz de la película pasa porque Pendergast se replantee su decisión de pedir la jubilación y siga “disfrutando” de su trabajo, que es lo que de verdad le gusta.

Saludos,




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lunes, 19 de abril de 2010

Carretera perdida - Una interpretación probablemente correcta.

Un bucle en el que el reto es averiguar si hay historia o no la hay.


Si en la anterior entrada hablaba de la irresolubilidad del misterio de Twin Peaks, ahora quiero afrontar otro reto de similares proporciones. Permíteme que siga con el cine de David Lynch y comente ahora Carretera Perdida.

Para muchos se trata de una obra de arte, para otros es una locura, para bastantes es una tomadura de pelo. Lo cierto es que no es una película que te deje indiferente y acaba posicionando al espectador entre los acérrimos de Lynch, bien sea entre los admiradores o entre los detractores.

Si no la has visto aún, yo mismo lo hice hace relativamente poco, te aviso que para entenderla en su totalidad, si ello es posible, hay que verla varias veces. La primera es la prueba de fuego. Muchos no la resisten y abandonan a mitad de la historia, aunque esta pérdida de espectadores queda compensada por los que la hemos visto varias veces.




Después de una profunda reflexión, este ejercicio repetitivo te hace contemplar la película con placer, cosa que en un principio puede parecer imposible. Pero es que el hecho de haber comprendido la historia te produce una sensación de superación semejante a la que puedes obtener por ejemplo al resolver un complicado crucigrama.

Y es que Lynch, en medio de un galimatías aparentemente descabellado, nos va proporcionando una serie de símbolos y pistas sutiles que al final nos ayudan a dar sentido a lo que hemos visto.

Te advierto que, como la película viene sin libro de instrucciones, a la hora de encontrar e interpretar esas pistas cada uno demuestra muy distintas habilidades, en ocasiones con exceso de celo. Es decir, que creo que mucha gente se pasa a la hora de adjudicar un valor simbólico a las imágenes. Por ello, el abanico de interpretaciones “correctas” que se pueden obtener de la película es tremendamente variopinto.

Espero que eso no te arredre a la hora de dar rienda suelta a las capacidades especulativas de tu imaginación. Entre otras cosas estoy convencido de que es lo que Lynch pretende y cualquier interpretación a la que tú hayas llegado, por original que sea, es tan válida como las demás.




El argumento de la película se centra en la historia de Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz casado con Renee (Patricia Arquette), con quien su vida sexual no funciona del todo bien. Ambos se muestran fríos y distantes. Fred está celoso de su esposa y desconfía de ella, de hecho la única manera en la que parece descargar su pasión es tocando el saxo.

Un día empiezan a recibir unas misteriosas cintas de vídeo en las que se les ve a ellos dentro de casa, incluso en una de ellas se ve a Renee muerta y a Fred a su lado. Esta escena parece cumplirse y Fred es apresado y condenado por el asesinato de su mujer. Pero estando en la cárcel desaparece misteriosamente de la celda, apareciendo en su lugar otra persona, Pete (Balthazar Getty), que no recuerda cómo ha llegado allí y tampoco nadie se lo explica.

Aparentemente a partir de aquí la cosa se empieza a liar bastante. Digo aparentemente porque la cosa ya estaba bastante liada pero no lo sabíamos.

Lo que sigue a continuación es mi interpretación de la historia, una de las tantas que podrás encontrar en internet, pero probablemente la única correcta (es broma). He descuidado conscientemente aspectos como la excelente banda sonora y la sorprendente construcción de los personajes, típica de toda la filmografía de Lynch. Sobre eso ya hay mucho material publicado. Yo me he centrado exclusivamente en el aspecto psicológico, intentando desenmarañar un poco el contenido y aclarar algunos conceptos.

Si no has visto aún la película no sigas leyendo. Es conveniente que la veas y saques tus propias conclusiones. Intentar la interpretación de "Carretera perdida" es un ejercicio intelectual altamente recomendable.

Si queremos sacar algo en claro de la película tenemos que partir de la base de que la historia está contada en primera persona. Lo que contemplamos es la perspectiva de Fred, pero lo que se nos va revelando poco a poco es que su visión de la realidad está alterada y precisamente esa visión es la que Lynch nos traspasa, creando en nosotros una confusión semejante a la que vive su protagonista.

No nos lo han dicho pero por sus síntomas deducimos que Fred padece esquizofrenia (ver criterios diagnósticos según el DSM IV) y de una manera similar a lo que comentamos de Cronenberg en Spider, Lynch nos hace vivir la historia como la experimenta su protagonista.



Si contemplando la película te has sentido desorientado por no entender lo que pasa, frustrado por no poder remediarlo, molesto o quizás enfadado porque te están ocultando los datos que necesitas para comprenderlo todo, si has querido levantarte y salir del cine para escapar a esa vivencia que te oprime… ¡enhorabuena! ya sabes lo que es la esquizofrenia y felicidades señor Lynch, ha conseguido lo que pretendía.

¿Y qué es lo que pretendía?, pues ya metido en la marea especulativa, creo que es obvio que no se trataba de explicar una historia en concreto, si fuese así hubiese empleado otros recursos narrativos o nos hubiese proporcionado más pistas, más claras. Creo que Lynch sabía que sólo una minoría de los espectadores iban a conseguir aproximarse a alguna de las posibles explicaciones válidas, pero que eso no le importaba. Él sabía que pocos iban a entender su historia pero que prácticamente todos iban a experimentar las sensaciones que pretendía trasmitir. Ese es el verdadero mensaje de la película.

Intentando poner las cosas en claro hemos de admitir que Pete es el "álter ego" de Fred y que Alice representa el oscuro pasado de Renee en el que mantuvo una turbia relación con el mafioso Mr. Eddy - Dick Laurent (Robert Loggia) y con el amigo de ambos, Andy (Michael Massee).

Pero la historia que hemos visto no es real, es fruto de la imaginación de Fred, que no mató a Renee. Es una fantasía o mejor dicho una alucinación. Los celos le hacen jugar con la idea de matar a su esposa y mediante su alter ego, Pete, matar también a Andy, culpable de que su mujer se descarriase, y sobre todo al amante de ella, Mr. Eddy, no sin antes haberse vengado de él, poniendole los cuernos como Dick Laurent se los había puesto a él.




Así, ni los asesinatos, ni su encarcelamiento son ciertos, son fruto de la mente de Fred, un recurso para llevar a cabo una venganza que él vive como real, castigándose para aliviar su complejo de culpa.

Los vídeos evidentemente tampoco son reales. Es la manera en que su mente le muestra una serie de mensajes con el fin de dirigir su conducta y que se complementan con las apariciones del misterioso señor pálido (Robert Blake), nuevamente fruto de su imaginación y también elemento director de sus acciones.




Pero hay gente que opina que no todo es una alucinación, que los asesinatos ocurrieron de verdad y que lo que hemos visto es la justificación de los mismos elaborada por la mente de un loco. Yo persisto en mi idea y creo que lo que la película nos presenta es un sueño vívido. Un bucle de la mente de Fred que ocurre entre el principio y el final de la historia. Cuando recibe una llamada en el telefonillo de la puerta diciendo que "Dick Laurent ha muerto" y cuando, perseguido por la policía, se para ante su puerta para decirse a sí mismo ese mensaje.

El hecho de que la historia se inicie y termine en el mismo momento ya te indica que la secuencia temporal es imaginada.

Claro está que se puede discrepar de mi interpretación y hay que tener en cuenta que Lynch no tiene por qué haber sido escrupulosamente estricto reflejando la sintomatología del personaje, por lo que efectuar un análisis psicológico de Carretera perdida es algo tremendamente complicado y obviamente intuitivo.

Cualquier interpretación alternativa será bien recibida como comentario, pero ten en cuenta que David Lynch es como un pintor impresionista, que en su obra juega con las sensaciones que produce y más que plasmar una realidad, intenta sugerir unas ideas que cada espectador es libre de interpretar en función de su conocimiento, sus creencias y su estado de ánimo.

Intentar encontrar la explicación de sus películas en muchas ocasiones es una tarea vana y que debe de despertar la hilaridad del propio Lynch. No tienen explicación o, mejor dicho, no tienen una única explicación. Si tú se la encuentras y te satisface, esa es la explicación correcta, para ti, pero puede que para nadie más. Si no le encuentras ninguna, pero has experimentado sensaciones al verlas, también se han cumplido los propósitos del director y más aún si luego te animas a discutir sobre ello.

¡Felicidades señor Lynch!. A la vista está que a pesar de los años, todos sus objetivos se siguen cumpliendo.

Saludos,



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martes, 13 de abril de 2010

Twin Peaks - Veinte años de misterio...

...o cómo utilizar la imaginación, de los demás, para crear un mito.


Con Twin Peaks me pasa lo contrario que con 2001. En la película de Kubrick muchos ven aspectos místicos y yo veo una clara explicación lógica que no necesita recurrir a explicaciones más o menos espirituales.

Con la serie de Lynch me esfuerzo en encontrarle una explicación lógica (psicológica) y una vez tras otra me voy topando con los muros de simbología esotérica que encierran el asesinato de Laura Palmer (Sheryl Lee) y los hechos que lo rodearon.

He de decir que Twin Peaks me enganchó como no lo había hecho ninguna otra serie hasta entonces. Todo contribuía a ello. La misteriosa historia. El encanto de una sociedad rural, aparentemente idílica, en la que luego todos los personajes ocultan algo. El propio retrato de los personajes, cada uno más original que el otro. Las microhistorias que se entrelazaban en ese entorno. La fotografía de Frank Byers y la banda sonora de Angelo Badalamenti, que me encanta.




También tengo que confesar que me preocupé cuando vi el cariz descabellado que tomaban los acontecimientos en los últimos capítulos, pero en mi inocencia esperaba que todo se resolviese al final. Y, como la mayoría, en el último capítulo llegué a la conclusión de que la historia se le había ido a Lynch de las manos y no había sabido cómo terminarla.




Después me enteré de que la productora había decidido unilateralmente la finalización prematura de la serie ante la caída de audiencia en Estados Unidos y Lynch, para estupefacción de todos, concluyó la historia dejando al agente Cooper (Kyle MacLachlan) poseído por el espíritu maligno de "Bob".

Cuando en 1992 Lynch dirigió “Twin Peaks: Fuego camina conmigo” muchos confiamos en encontrar la explicación a la serie que tan abruptamente concluyó un año antes. Error. La película resultó ser una “precuela” en la que nos cuentan los últimos días de la vida de Laura Palmer. Nos sirve para aclarar algunos aspectos, pero en otros crea más confusión todavía.




En fin, de todo eso hace ya casi veinte años y desde entonces la curiosidad me ha llevado a retomar el tema recurrentemente, para ver si encontraba alguna explicación que me convenciese. Al final me rendí ante la evidencia de que Twin Peaks, más que un thriller policiaco o psicológico, es una historia fantástica sobre la lucha del bien y el mal, amparada en leyendas locales. Como tal historia fantástica, el final depende de lo que estés dispuesto a creer.

Pero si eres tan cabezota como yo, podrás reconocer algunas cosas que quedan claras. El padre de Laura, Leland Palmer (Ray Wise), abusó sexualmente de ella desde que tenía doce años. Eso lo plasma la muchacha en su diario, refriéndose a su violador como “Bob”, negando así la evidencia de que es su propio padre, quien por otra parte, busca también la compañía de otras chicas que le recuerdan a su hija.

Así Leland encuentra a Teresa Banks, una joven a la que mata iniciando el rito de introducir una pequeña letra bajo la uña del dedo anular de su mano, comenzando de esa manera su carrera de asesino psicópata.

Leland mata a su hija porque no puede soportar su actitud promiscua en los sórdidos ambientes en los que la chica ha desembocado.

Es difícil especificar qué trastorno de personalidad padece el padre, si es que padece alguno, y si él mismo es consciente de los actos que ha cometido o los olvida. Parece que en su "vida normal" actúa como si hubiese olvidado los episodios de abuso que ha cometido, pero cuando su lado de psicópata toma las riendas sí que es consciente de ello. Recuerda cuando Leland lee el diario de Laura y se sorprende de que la muchacha haya descubierto que el que la viola es su padre.




Podría pensarse en una posible esquizofrenia de Leland, que implicase procesos de alteración de su personalidad en los que actuase movido por los imperativos de la enfermedad. Pero no parece haber episodios alucinatorios ni fuerzas externas que le impulsen a cometer esos actos malignos. Recuerda que él no se ve como "Bob", es Laura la que lo ve así. La adjudicación de sus actos a una especie de espíritu demoníaco es fruto de la imaginación de la chica y no de la del padre.

Yo lo de esquizofrenia lo descartaría. Puede ser incluso algo más complejo. Probablemente lo que padece Leland como problema base sea un trastorno de la conducta sexual. Algún tipo de parafilia que le lleva a actuar compulsivamente, abusando de su hija y de jóvenes parecidas a ella, sinténdose recompensado por la sensación de poder que experimenta ante sus víctimas y la sumisión de estas, llegando en ocasiones al asesinato.

Como muchos asesinos en serie, Leland lleva una vida absolutamente normal y parece incluso un padre ejemplar. Para compaginar ambos tipos de conducta y por lo que he comentado anteriormente, la mente de Leland olvida selectiva y temporalmente esos sucesos. Probablemente, no hay pruebas para asegurarlo, padezca además un trastorno secundario, un tipo de amnesia disociativa en el que él mismo se niega los actos que comete, sufriendo un gran estado de shock cuando llega asumirlos, volviéndosele, por ejemplo, el pelo blanco.

La familia no es todo lo modélica que aparenta. Sarah, su mujer, bebe y fuma en exceso y le cuesta mantener las apariencias ante los cambios de estado de su marido. Laura sobrelleva como puede todos los acontecimientos. Es la típica hija de una familia desestructurada, pero que nadie, ni ella, lo asume. Adicta a la cocaína, sexualmente promiscua, coquetea en ambientes sórdidos, llegando a practicar conductas de riesgo, incluida la prostitución.



Probablemente lo haga por experimentar la sensación de tener control sobre sus actos y su propio cuerpo, pero evidentemente lo que consigue es lo contrario.

Teniendo en cuenta todo esto, quizás es más complicado diagnosticar el estado psicológico de la propia Laura. Traumatizada por los repetidos abusos, se esfuerza en separar la figura del padre protector de la del padre violador y sólo se da cuenta de la coincidencia de ambas cuando ve salir a su padre de casa momentos después de que “Bob” la haya violado en ella.

Laura recuerda los hechos pero no identifica a quien abusa de ella. Sufre con angustia lo ocurrido, revive ciertos episodios, los ve, los plasma en su diario... Todo menos la identidad del agresor. En lugar de ello se refiere a él como ese espíritu maligno encarnado por la figura de "Bob".

En otros tiempos la pobre Laura podría haberse considerado víctima de una posesión demoníaca, incluso habérsele practicado un exorcismo. Ahora sabemos que puede padecer estrés postraumático, quizás algún tipo de amnesia selectiva y evidentemente negación. Y si pongo tantos condicionales es porque para aseverar todo ello necesitaríamos más datos y menos enmascarados que los que Lynch nos presenta.




Date cuenta del esfuerzo que hago buceando en las distintas escenas de la película para encontrar esa explicación lógica (psicológica) a la que antes aludía, porque según se va desarrollando la historia, la posibilidad de derivar hacia un lado místico, con una posesión diabólica y el exorcismo consecuente no parecen tan descabelladas, sobre todo teniendo en cuenta que además se nos presenta toda una parafernalia de simbología esotérica más propia de los géneros de terror, fantasía e incluso ciencia ficción.

- Bob que encarna el espíritu del mal que habita ancestralmente en los bosques.

- El gráfico de la roca que indica el momento (en la conjunción de Júpiter y Saturno) y el lugar (el círculo de los doce sicomoros en el bosque) en el que se puede acceder a la “Logia Negra”, el lugar en el que se encuentra el poder del mal y que el agente Cooper ha visto en sueños.

- “El gigante” y “el enano” que ayudan y dan pistas al agente desde esos sueños.

- “El manco” que se libró de la posesión de “Bob” cortándose el brazo. Recuerda que en “Fuego, camina conmigo” nos dicen que Teresa Banks tuvo una insensibilidad del brazo antes de morir. Y en los últimos capítulos de “Twin Peaks” varios personajes, incluido el agente Cooper, tienen momentos en los que la mano les tiembla incontroladamente.

- La investigación “Libro Azul” de las Fuerzas Aéreas en las que el mayor Briggs, (Don Davis, el entrañable general Hammond de Stargate SG1), se esfuerza en resolver las incógnitas que relacionan los sucesos acontecidos con fuerzas ocultas de diversa índole, para lo que incluso llegan a estudiar diversas transmisiones procedentes de un origen desconocido en el espacio.

- La posesión final del agente Cooper. El mal que vence al bien y se instaura en un órgano de poder como el FBI. ¿Qué implicaciones puede tener eso en el futuro?.




Bueno, si sigues mirando seguro que encuentras más, pero ya lo dejo a tu curiosidad.

El que todo eso constituya una historia única, junto con la del asesinato de Laura, o no. Y el que puedan contribuir al esclarecimiento del misterio, o no, es algo que probablemente sólo Lynch lo sabe y tampoco estoy seguro de ello, pero en todo caso no parece que tenga intención de revelarlo ¿o sí?.




Bueno, mientras tanto, eres tú el que tiene que ir sacando tus propias conclusiones.

Saludos,



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lunes, 22 de marzo de 2010

Shutter Island

Confieso que Shutter Island consiguió despistarme. Conste que lo digo como algo positivo. A medida que la iba viendo fui formulando varias hipótesis que luego se vieron rechazadas o confirmadas sólo a medias. Es de esas películas que tienen un final esclarecedor y con una última escena que te deja pensativo.

En resumen, una buena historia, bien desarrollada y dirigida por Martin Scorsese, que te mantiene atento todo el tiempo y, sobre todo, que te deja con ganas de hablar de ella al salir del cine.

Parece una historia más complicada de lo que en realidad es y quizás a alguien le asuste un poco la trama psicopatológica, pero la verdad es que, tal y como está planteada, se entiende muy bien porque no se mete en demasiados tecnicismos.

En definitiva es la historia de Teddy Daniels, un agente judicial, brillantemente interpretado por Leonardo DiCaprio, que acude con su ayudante, Mark Ruffalo, a una remota institución psiquiátrica en la que están internados peligrosos delincuentes con serios trastornos mentales.

Ambientada a mediados de los años cincuenta, nos encontramos en una institución fría, asfixiante, claustrofóbica… Esta mezcla de manicomio y cárcel está situada en una escarpada isla, a dieciocho kilómetros de la costa. Una de las muchas que hay en las proximidades de Boston.



Parece un entorno totalmente seguro, pero de él se ha escapado misteriosamente una interna sin que parezca haber ninguna explicación posible. Enseguida te das cuenta de que hay algo más. Los guardianes y el personal médico mantienen una actitud reservada, poco colaboradora y hasta hostil con los dos agentes. La teoría de la conspiración aflora y tal parece que Daniels y su ayudante no saldrán vivos de la institución.

Antes de seguir he de hacer ahora una advertencia. Al contrario de muchas de las películas que comento, ésta es bastante actual y puede que aún no la hayas visto. Si ese es tu caso deja de leer ahora, pues quiero hablar de varios aspectos del desarrollo que es mejor que los veas tú mismo, sobre todo, el final, que es una de las partes más logradas.

Bien, como decía antes, el sórdido ambiente y la actitud de aparente complicidad de todo el personal parecen explicarse por una teoría conspirativa. Algo extraño ocurre en la isla, todos lo quieren ocultar y Rachel Solando, la fugada, parece que es la clave.

En un momento, la propia Rachel afirma: “Los médicos dicen que estás loco y si defiendes lo contrario sólo corroboras su diagnóstico. Una vez que te han declarado demente, cualquier cosa que hagas formará parte de ese estado. Si se te ocurre protestar sufres negación. Si te asalta el miedo, paranoia”.

Tal parece que los agentes judiciales están investigando demasiado, así que llegas a pensar que la mejor manera de detenerles será internándoles a ellos mismos. En aquel entorno todo parece posible y nadie hará caso de dos locos.


Pero esa especie de versión moderna de “Corredor sin retorno” no parece estar demasiado lejana. Es evidente que algo le ocurre al agente Daniels. Tiene ensoñaciones en las que revive vívidamente pasajes del pasado, de la guerra concretamente. Además periódicamente tiene alucinaciones en las que ve a su mujer, fallecida en un incendio, que le previene de acontecimientos y le dice lo que debe hacer.

La situación se va complicando a medida que más misterios se van añadiendo a la investigación. La conspiración parece cierta y el que Daniels consiga salir de la institución, improbable.

Y es que es cierto que el agente tiene alucinaciones. Puede padecer trastorno de estrés postraumático por lo que vivió en la guerra y además se siente culpable por la muerte de su mujer y por no haber evitado la de sus hijos. La situación le ha trastornado, sufre un trastorno psicótico, probablemente esquizofrenia. Él fue agente, pero ahora es un interno de la institución. Está sometido a un tratamiento farmacológico a base de Clorpromazina, pero no responde adecuadamente a él porque se ha fabricado una historia para dar sentido a todo lo que le ha pasado y eso interfiere en su proceso curativo.

El doctor Cawley (Ben Kingsley) ha montado un psicodrama para hacerle salir de su fantasía. Una especie de “role-playing”, para que Daniels vea lo incongruente de su historia y asuma la realidad. Es su única oportunidad. Si la medicación no funciona tendrán que dejar paso a la cirugía. Es un paciente muy violento, ya ha agredido a varias personas en la institución. De no encontrar una solución rápida le practicarán una lobotomía.

Pero al final el proceso funciona y el “agente” recuerda todo lo que pasó. La representación ha sido un éxito, ahora sabe que Daniels es un personaje inventado, en realidad es Andrew Laeddis. Fue él quien mató a su mujer cuando vio que había ahogado a sus tres hijos y desde entonces la culpa lo persigue.

Por fin la terapia farmacológica puede tener una oportunidad de éxito. Pero Laeddis, que se ha fabricado toda una historia para huir de la realidad, ahora tampoco está dispuesto a aceptarla. Ante la opción de asumir los hechos y curarse o de negarlos y seguir siendo un “loco”, prefiere la segunda. Por muy dura que parezca, la última escena de la película, es una representación, ahora consciente, para conseguir que le hagan una lobotomía. Es la única manera que le queda de salirse con la suya, de persistir en su postura inicial, de seguir negando la realidad.

Las últimas frases de Laeddis son significativas: “Este lugar hace que me pregunte qué seria peor. Vivir como un monstruo o morir como un hombre bueno”. Ya sabemos qué eligió.



Y bien, una última cuestión antes de terminar. ¿Te acuerdas de la nota que encuentran en la habitación de Rachel?. Había dos frases escritas en ella: “La ley de los 4” y “¿Quién es el 67?”.

Son pistas para guiar a Daniels – Laeddis en su investigación introspectiva. Una le hace investigar sobre el paciente 67 para que descubra que es él mismo. La otra también lleva en la misma dirección. Le indica por una parte que Rachel y Dolores son la misma persona e igualmente sucede con Teddy y Andrew.



El doctor Cawley se lo demuestra a Daniels con la ayuda de una pizarra. Y aunque se lo dice, mucha gente no repara que está hablando de “La ley de los 4”.

Saludos,



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lunes, 8 de marzo de 2010

Olvídate de mí

El tema de la amnesia es algo que siempre da mucho juego en el cine. Eso de ver a un personaje que no reconoce personas, hechos o lugares que han sido importantes en su vida anterior nos llama mucho la atención y bien utilizado es un recurso que te sobrecoge o que te provoca hilaridad. Ambas cosas aseguran el éxito de una película.

Tal es el caso de “Olvídate de mí” (Eternal sunshine of the spotless mind (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) un nuevo aplauso para el traductor), una película que nos plantea una historia de amor en la que además se hacen guiños a la ética y la ciencia ficción.

En ella nos encontramos al histriónico Jim Carrey interpretando a Joel, un papel serio, y a la seria Kate Winslet haciendo de Clementine, un papel disparatado. Una dispar pareja que se enamora al instante pero que acaban un poco hartos el uno del otro al cabo del tiempo. Tanto es así que Clementine acude a una clínica en la que mediante un tratamiento borran todos sus recuerdos de Joel y así puede empezar una nueva vida sin él.


Cuando después del despiste inicial, Joel se entera de lo que pasa, él mismo decide someterse también al tratamiento y olvidarse de Clementine, para lo cual tiene que recopilar todos los objetos que le relacionan con la chica y hacer una lista de todos los sucesos vividos con ella. Mientras que examina ambas cosas se le hace un escáner y así consiguen un mapa físico de dónde se localiza en su cerebro cada uno de sus recuerdos. Así, teniéndolos ubicados, luego es muy rápido acceder a ellos para borrarlos.

Dicho proceso se realizará un día mientras que él duerma. Los operarios de la clínica se presentarán en su casa y mediante un “sofisticado” aparato le borrarán todos los recuerdos localizados sobre su novia.

Bueno, esa es la teoría, porque en la práctica las cosas se complican. Durante el proceso de borrado Joel está dormido, pero es consciente de lo que le están haciendo. Revive los recuerdos como en un sueño y mientras lo hace se da cuenta que no quiere olvidar a Clementine. Lucha por conservar su memoria en una emotiva aventura onírica con la chica, en la que intenta crear algún recuerdo nuevo, no catalogado, en el que refugiarse y así poder acordarse de su novia al despertar. Es algo así como cuando estás dormido y te das cuenta de que estas soñando, que tomas alguna decisión intentando no despertar o para acordarte de algo cuando lo hagas.


La aventura subconsciente de Joel es muy curiosa y está muy bien lograda. De hecho una de las cosas que más llama la atención de la película es el montaje de las imágenes, barajando lo que es presente, recuerdo, realidad, fantasía y sueño.

Es una de esas historias en las que nos van dando información de manera desordenada y que cuando consigues poner todas las piezas en su sitio, lo que parecía que iba en un sentido te das cuenta que en la realidad tiene otro totalmente opuesto.

Tal planteamiento hizo que “Olvídate de mí” recibiese un Oscar al mejor guión en 2004. Debe ser algo que les gusta bastante a los académicos de Hollywood, porque en 2006 le dieron también un Oscar a Crash por lo mismo y Memento estuvo nominada en el 2002 en esa categoría. Y conste que cito sólo éstas por hablar de películas anteriormente comentadas en este blog.

Por último hay dos aspectos sobre los que también podemos reflexionar. El primero es la utilización fraudulenta que podrían hacer de los recuerdos los especialistas encargados de borrarlos. Se supone que el proceso estaría sometido a un estricto código deontológico, al igual que el historial de un médico, o un psicólogo, que impediría tal tipo de utilización. Pero, de poder realizarse un proceso así, siempre nos queda la duda de lo que alguien podría hacer con algo tan intenso y personal como son nuestros propios recuerdos.



La otra cuestión se refiere a las consecuencias que tendría el olvido selectivo de recuerdos. Independientemente de que se pueda, ¿reportaría algún beneficio hacerlo?. Es cierto que hay cosas en nuestra vida que nos gustaría no haber hecho, o en su defecto poder olvidarlas, pero precisamente su recuerdo es lo que mejor nos preserva de su repetición, así que no parece que el olvido sea solución para nada, ni cuando se trate de experiencias muy dolorosas.

Nuestra personalidad está modulada por nuestros recuerdos, positivos y negativos, alegres y tristes. La solución no es olvidar una tristeza, sino asimilarla e intentar que esa tristeza sea sustituida por una alegría y no por otra tristeza.

En fin, si quieres ver otros acercamientos que ha hecho el cine a estos temas mira Abre los ojos, Proyecto Brainstorm, Paycheck, La Memoria de los Muertos, El mensajero del miedo o Desafío Total, por seguir citando sólo alguna de las películas que hemos comentado anteriormente.

Saludos,



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