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AVISO: Las informaciones contenidas en este blog pueden desentrañar importantes aspectos del argumento, incluso del final de la película en cuestión.

martes, 14 de diciembre de 2010

Up in the air - Psicología del trabajo en tiempos de crisis

El otro día una amiga me preguntó por “Up in the air”. Hacía como un año que la había visto y la verdad es que no me llamó demasiado la atención.

Lo que más recordaba es la aparente seguridad del protagonista y cómo la pierde cuando su trabajo, lo único que en realidad tiene, está a punto de cambiar.

El caso es que su consulta me picó la curiosidad, la acabo de volver a ver y mira… creo que esta vez le he sacado más jugo.

Dirigida por Jason Reitman, el argumento de la película se centra en el trabajo de Ryan Bingham, interpretado por George Clooney. Se trata de un personaje que, como ya he dicho, llama la atención por su seguridad y su meticulosidad. Su trabajo le hace viajar muchísimo. Va constantemente de acá para allá y prácticamente vive en los aviones, las salas VIP de los aeropuertos y los buenos hoteles en los que pernocta ocasionalmente en las ciudades en las que va a despedir gente, su trabajo.

Bueno, en realidad todo eso constituye su vida. Y su seguridad se la dan los conocimientos que tiene para manejarla, desde los trucos para elegir la cola adecuada para facturar en los aeropuertos, hasta la manera que tiene para elegir el mensaje adecuado que le da a la gente que despide.

Ryan se nos presenta como un hombre libre, sin ataduras, que realiza su trabajo con eficiencia y disfruta tanto viviendo en hoteles y aeropuertos, que el auténtico suplicio es volver a su casa.




La verdad es que viajar en primera y poder esperar tu vuelo en la sala VIP es bastante agradable, vamos, sin comparación a cuando lo haces en turista como un simple “peregrino”. Pero así y todo la vida de Ryan es absolutamente vacía y su máxima aspiración es simplemente viajar diez millones de kilómetros para conseguir una tarjeta de privilegiada en una compañía aérea.

Alex (Vera Farmiga), una mujer que viaja tanto como él, su alma gemela con la que inevitablemente entabla una relación sentimental, es la que le sacará de su paraíso itinerante y le obligará a poner los pies en la tierra. Ryan descubre que Alex sí, viaja tanto como él, disfruta de los hoteles y restaurantes que conoce, colecciona tarjetas de usuario privilegiado como él, pero a diferencia de él, ella tiene una casa a la que regresar y una familia que la espera.




Alex tiene una vida real cuya intimidad preserva celosamente y Ryan es sólo un "paréntesis" en ella, una relación que está a nivel distinto del real, sexo sin compromiso, sin problemas, una persona agradable con la que compartir las escalas de su viaje y nada más. Pero para Ryan la cosa es bien distinta, puesto que su vida es el viaje, pero se acaba de dar cuenta que no tiene ningún sitio a dónde ir.

Dirás que no tiene nada que ver, pero la escena en la que todo esto pasa me recordó muchísimo a diversas conversaciones que he mantenido sobre las relaciones personales en internet. En los chats y en los mundos virtuales, uno se mete en una realidad distinta a la suya cotidiana, su personalidad es diferente y su anonimato está garantizado. Uno se tiende a comportar como no lo hace realmente y las relaciones personales-sentimentales se establecen sin las ataduras e inhibiciones de la “vida normal”. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando estudié este tema es que la inmensa mayoría de la gente que llegaba a tener “ciberamantes” no tenía sensación de infidelidad respecto a su pareja “real”. Eran relaciones distintas en mundos distintos y todo va bien mientras los dos conozcan y respeten las reglas.

Ryan y Alex no se mueven en un mundo virtual como pueda ser Second Life, pero cuando llegan a un aeropuerto el avión les transporta a una realidad en un plano diferente. Una cosa es lo que ocurra en el viaje y otra muy distinta lo que pasa en su casa. Toda va bien si los dos juegan a lo mismo. El problema de Ryan es que no sabe que Alex está “jugando”.




Entevista con Vera Farmiga



Y hablando de relaciones virtuales, el sistema que intenta implantar Natalie (Anna Kendrick) para despedir a la gente por videoconferencia también tiene unas connotaciones psicológicas importantes. Cuando interaccionamos sin tener delante físicamente a nuestro interlocutor actuamos de manera distinta a cuando estamos literalmente con él. Solemos tener bastante menos en cuenta los convencionalismos sociales. Podría decirse que somos más lanzados e incluso menos educados. Es lógico. Piensa que estás cómodamente en tu casa, en la intimidad de tu habitación, en un entorno que dominas y solo, delante de la pantalla de tu ordenador. En ese momento, alguien con el que estás hablando te dice o escribe algo que consideras inconveniente. Si estuvieses sentado al lado suyo en la misma habitación, probablemente tu educación convencional te llevaría a mostrarte en desacuerdo pero evitando el conflicto: “mira, pienso que eso no es así”. En cambio, estando en la seguridad de tu casa y a kilómetros de la otra persona la probabilidad de contestar: “no digas estupideces” es muchísimo mayor y a partir de ahí ya comienzan las “hostialidades”.




Entrevista con Anna Kendrick



Este, entre otros factores, hace que las relaciones virtuales sean mucho más intensas para lo bueno y para lo malo. Si queremos implementar laboralmente un sistema por internet, ya sea de teletrabajo o para despedir a la gente por videoconferencia, como nos cuentan en la película, tendremos que tener en cuenta el aspecto psicológico distintivo que implican las relaciones virtuales. Mi regla de oro para estos casos es bien sencilla: “no decir o escribir nada que no le diríamos cara a cara a la otra persona”. Parece una tontería, pero ni te imagimas la de problemas que se evitarían si todo el mundo hiciese caso de ello.

Respecto a los aspectos que te interesan, es evidente que el protagonista tiene grandes conocimientos de psicología aplicada, pues la usa constantemente, aunque no se hable de ello en la película. Lo vemos en su dominio del entorno en el que se mueve, los aeropuertos y en su comportamiento en el desempeño de su trabajo.

Precisamente la Psicología del Trabajo se ocupa de estudiar el entorno en el que interrelaccionan el trabajador y la empresa. Sus intereses son temas tales como la ergonomía o la selección de personal y todo con una finalidad fundamentalmente económica. Cuanto más adecuada sea la persona para su puesto y cuanto más cómoda esté en éste, tanto mejor será su productividad, aunque a veces nos intenten "vender" el aspecto contrario, el del bienestar de los trabajadores.

Basándose precisamente en ese aspecto y en estos tiempos de crisis, la empresa de Ryan está en auge. Hay montones de gente a la que despedir y él lo sabe hacer con dignidad, intentando dar esperanzas a la persona que de repente se ve en la calle. El sistema no es nuevo y se trata de decir al trabajador “tengo que prescindir de ti pero te voy a ayudar a conseguir otro empleo, incluso mejor que este”.



La actividad laboral es quizás el principal elemento organizador de la vida de la persona. Perderlo no significa sólo quedarte sin ingresos, significa quedarte sin saber qué hacer después de tener tu vida organizada durante años. Esta nueva situación puede ser altamente destructiva para la persona y es lo que en muchas ocasiones pasa en la jubilación.

Ryan les ayuda a superar esa situación, ese “limbo” según sus propias palabras. Con aparente frialdad y sin ningún atisbo de compasión, su estudiada actitud pretende indicar que el cambio no tiene por qué implicar una situación desesperada y que no es necesario dramatizar, sino planificar el futuro.

Pero por muy bien que haga Ryan su trabajo, eso no significa que las noticias que lleva sean bien recibidas por los afectados y hay que destacar aquí las apariciones de los "despedidos" en la película. Son breves pero intensas. Cada frase que dicen es un problema de la vida real y creo que todos nos hemos sentido identificados con ellos pensando en nuestras propias reacciones si nos pasara algo semejante.




Entrevista con Jason Reitman



Y también Ryan es un gran conferenciante, aunque el mensaje que transmite es bastante deprimente. Con su simbólica mochila nos hace ver que todas nuestras “posesiones”, todas nuestras relaciones y compromisos pesan, nos atan y en el fondo nos impiden movernos. Como cualquier excursionista sabe, iríamos mucho más deprisa, nos cansaríamos menos y seríamos mucho más libres si vaciásemos esa mochila. Bien, es cierto y tiene su lógica, pero a veces necesitas llevar cosas en la mochila, aunque pesen, para poder sobrevivir. Sólo al final se da cuenta Ryan de que su mensaje es equivocado y que precisamente esas cargas de la mochila son lo que hace felices a las personas.

Así, la vida de Ryan da un vuelco importante. Consigue conservar su trabajo tal y como él quería, pero sus viajes ya no serán su objetivo de vida y además, trabajo por trabajo y por muy bien que lo haga, él, más que la gente que despide, es el que tiene uno desagradable y desagradecido, aunque tarde toda la película en darse cuenta de ello.

Saludos,



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