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lunes, 22 de septiembre de 2008

Los niños del Brasil (herencia y ambiente)

Después de decidirme a escribir sobre Los niños del Brasil, me quedaba la duda de si hacerlo en mi blog de psicología o en el de ciencia ficción, total estaba casi seguro de que los lectores de ambos pensarían que sobraba en los dos. Yo opino que encaja bien en uno y en otro, aunque lo colgaré aquí por lo que comprenderéis si tenéis la paciencia de seguir leyendo.

Recientemente Michael Crihton ha publicado un thriller sobre el debate moral que plantea la ingeniería genética. No me gustó mucho, pero si te interesa el tema lee “Next”. Personalmente para mí tiene mucho más mérito la novela “The boys from Brazil” que Ira Levin publicó en 1976. El debate moral queda igualmente planteado y la historia me parece mucho más impactante y original, sobre todo teniendo en cuenta que si nos ponemos en 1976 sí que estaríamos hablando de auténtica ciencia ficción.

La película nos narra la historia del intento que hace una organización de antiguos nazis, "Die Kameraden" (algo parecido a ODESSA), de clonar a Hitler. Para ello cuentan con los servicios del terrorífico doctor Josef Mengele, famoso por sus experimentos con seres humanos en el campo de concentración de Auschwitz. La interpretación de este personaje corrió a cargo que Gergory Peck, que hizo una labor genial, logrando una estupenda caracterización física e incluso me atrevería a decir que psicológica.



Mengele, desde sus instalaciones de Brasil, logra crear noventa y cuatro bebés clones de Hitler, pero para lograr su propósito sabe que no sólo es importante la genética, también ha de conseguir recrear lo mejor posible el ambiente en el que creció el dictador.


Para ello dan en adopción a los bebés a familias que reúnan unas determinadas características. Blancas, caucásicas (más bien arias) y de convicción cristiana. Padre funcionario, de cuarenta y un años y veinte años mayor que la madre. Es decir, características similares a la familia en la que nació el pequeño Adolf, que fue un jovencito introvertido, un tanto engreído y sobreprotegido por su madre. En la película el papel de este niño es interpretado por el inquietante Jeremy Black, actor del que no he vuelto a saber nada.


Además de Mengele, el otro personaje fuerte de la historia es el de Ezra Lieberman, inspirado en el auténtico cazador de nazis Simon Wiesenthal, que también desarrolló su labor desde Viena y actualmente está enterrado en Israel. Como se menciona en la película, Wiesenthal facilitó al Mossad los datos para capturar a Adolf Eichmann (el artífice de la “solución final” contra los judíos) en Buenos Aires. La interpretación de este papel, también magistral, corre a cargo de Laurence Olivier.


Lieberman es capaz de seguir la pista de Mengele, puesto que en el plan de éste se incluye un hecho crucial que ha de cumplirse con germánica precisión. El padre de Hitler murió accidentalmente a los 65 años, cuando Adolf tenía 14. Así pues, cada uno de los diversos padres adoptivos debería morir en forma y fecha determinada para que el ambiente del futuro dictador se recrease con la máxima precisión. Por si no fuese ya poco difícil, esto ya haría de por sí inviable el experimento, pero “die kameraden” son antiguos SS y matar a noventa y cuatro personas más sólo les plantea la dificultad de hacerlo en la fecha correcta.



Tanta muerte accidental de funcionario de 65 años, hace que Lieberman pueda encontrar y seguir la pista de Mengele, frustrando su plan cuando “sólo” se han producido dieciocho asesinatos, dejando dieciocho pequeños dictadores, de los cuales y según las estadísticas, uno con seguridad, quizás dos, llegarán a ser auténticos Hitler y hacer que renazca un nuevo Reich, el cuarto.


Bien, en toda esta historia de acción y cuasi ciencia ficción, hay un interesante planteamiento tácito que, después de tanto preámbulo, es lo que quería comentar: la personalidad de alguien no depende sólo de las características heredadas, sino también del ambiente en el que se ha educado. Los dictadores, al igual que todos los demás, nacen y se hacen. Esto parece una obviedad, pero no siempre ha sido así.




Innatistas y ambientalistas han estado largo tiempo enfrascados en un debate epistemológico, sin admitir que los otros también tienen razón y ellos están parcialmente equivocados.

En psicología frecuentemente nos encontramos con este tipo de debates, en los que seguidores de determinadas escuelas se esfuerzan por encontrar explicación a todo según su dogma, sin tener en cuenta, e incluso menospreciando, el hecho que determinados aspectos pueden ser mejor explicados por los principios básicos de otra teoría o escuela, que no tendría que ser rival, sino complementaria.

En el caso que nos atañe, dejando atrás a Descartes y a Locke, tenemos que admitir que el resultado final no depende sólo de lo que escribimos en la “tabula rasa”, sino también de las características de la pizarra e incluso de la tiza que empleemos, como muy bien sabe el sádico y cruel doctor Mengele que no está dispuesto a dejar nada al azar, ni en “software” ni en “hardware”, si se me permite utilizar el símil informático haciendo un guiño cognitivista. Total, el nazi en cuestión, escrúpulos no tiene y medios no le faltan, peligrosa combinación para un científico sin límites éticos ni deontológicos.

Escribiendo estas líneas y salvando las distancias, no puedo dejar de pensar en Skinner, el conductista radical que tanto aportó a la psicología y que tiene tantos seguidores como detractores. Él pensaba que manipulando los estímulos del ambiente podría moldear las características de cualquier niño hasta conseguir que fuese el adulto que quisiésemos que fuera, pudiendo incluso compensar las características heredadas. Sus estudios y experimentos en esta línea dan mucho que pensar, esperanzadores para algunos, intolerables para otros.

Sus teorías están plasmadas en su novela Walden Dos y siguiéndolas, un grupo de personas ha creado una comunidad en el estado de Sonora, México. Se llama “Los Horcones” y sería interesante por lo menos hicieseis una visita virtual.

Y nada más. Si quieres que te avisen cuando emitan LOS NIÑOS DEL BRASIL por televisión, pulsa este enlace.

Saludos,



3 comentarios:

  1. Hola, Julio!
    Tu trabajo es excelente. Habla una realidad de nuestros tiempos. No sólo en Brasil, pero en el mundo.
    Gracias por hacerlo.

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  2. Gracias a ti David por tu comentario.
    Saludos.

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  3. en la pelicula menguele no esta oculto en brasil como dice el afiche , si no esta oculto en paraguay y es ahi donde hace sus experimentos

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