AVISO IMPORTANTE

AVISO: Las informaciones contenidas en este blog pueden desentrañar importantes aspectos del argumento, incluso del final de la película en cuestión.

jueves, 12 de marzo de 2009

A propósito de Henry

Amnesia, a petición popular

En Internet empiezas buscando una cosa y acabas en otra. Eso quizás os haya pasado a alguno de los que aterriza de vez en cuando en este blog, aunque siempre espero que la coincidencia sea fructífera.

El caso es que revisando las llegadas que desembocan en esta página en ocasiones me encuentro que los buscadores me traen cosas tan curiosas como estas:

psicologia me va mal en la carrera de farmacia

como pasar una noche estupenda con tu enamorada

cuanto le mide el pene a una transexual

Ni yo mismo sé cómo con esos datos han llegado aquí, pero un día de estos voy a hacer un "ranking" premiando, moralmente, las entradas más originales. En todo caso espero que lo que encuentren en este sitio les resulte interesante y confío en que más que de mí, despotriquen de Google, que a veces sigue unos caminos inescrutables.

Aunque estas entradas también te dan qué pensar y te proporcionan ideas interesantes. Por ejemplo, bastantes de estos accesos venían buscando información sobre "A propósito de Henry", película que se nombra aquí en la lista de los lectores pero sobre la que no hay ningún comentario, así que me he decidido a solucionar esta ausencia, podría decirse que a petición popular.

"A propósito de Henry" es una de esas películas que mi mujer califica como de "sábado por la tarde". Se puede ver en familia, hay un malo que se convierte en bueno, una familia feliz que en el fondo está rota, una historia de amor que triunfa cuando las circunstancias parecen más difíciles y todo sirviendo de marco a la épica vivencia de superación personal del protagonista. Vamos, que lo tiene todo para conmoverte, no dejarte dormir la siesta y que al final salgas de casa con la moral alta.


Trailer de "A propósito de Henry" in english.

Henry Turner (Harrison Ford) es un abogado de éxito, tan despiadado como inteligente. Es un triunfador, apreciado por sus colegas y temido por sus rivales. Lo tiene todo, un matrimonio modelo, una hija que pronto ingresará en un colegio de élite y un piso en lo mejor de Nueva York.

Pero accidentalmente un día se ve envuelto en un atraco y recibe un tiro en la cabeza y otro en el pecho. Milagrosamente sobrevive, pero queda en un estado casi vegetativo. Ha perdido la memoria, no sabe hablar y no puede caminar.

De la noche a la mañana todo cambia radicalmente y Henry es ahora un ser indefenso. Afortunadamente para él, recibe los cuidados médicos oportunos. Una logopeda le enseña a hablar otra vez y Bradley (Bill Nunn), un entusiasta fisioterapeuta, le ayuda enormemente en la recuperación física.

Lo que no recupera nunca es la memoria, pero ya se puede valer por sí mismo, abandonar el entorno seguro y conocido de la clínica y volver con su familia. Le cuesta mucho dejar a su amigo Bradley para volver con su mujer y su hija, unas desconocidas, pero poco a poco se va acostumbrando y va aprendiendo a conocerlas y a quererlas. Se vuelve a enamorar de Sarah (Annette Bening), su mujer y se convierte en el padre, que nunca fue, de su hija Rachel (Mikki Allen).

También se incorpora al trabajo en el bufete, pero como no se acuerda de nada sus compañeros no saben cómo tratarle. Algunos se comportan como si fuese un retrasado mental y hasta sus mejores amigos sienten lástima de él. Pero Henry no es nada tonto y estudiando sus anteriores casos se da cuenta de que no le gusta la persona que era antes, así que decide cambiar.

Quizás por eso en Argentina le pusieron el título de "Una segunda oportunidad". No me gusta que cambien los títulos a las películas, a veces las nuevas elecciones son incomprensibles, pero en este caso reconozco que tiene sentido.

Bajo el punto de vista psicológico, hemos de reconocer que en la película se emplea la patología de Henry de una manera bastante efectista para sentar las bases del argumento. Ya hemos comentado aquí algunas veces que el cine tiene preferencia por distintas afecciones psicológicas y la amnesia es una de las más socorridas (ver la entrada relativa a Memento), sobre todo la retrógrada, aquella que hace que el sujeto no recuerde su vida anterior a partir de un momento dado.

Este sería el caso de Henry, que según el DSM IV padecería un trastorno amnésico debido al traumatismo causado, no por la bala que le afectó al lóbulo frontal derecho, sino por la anoxia cerebral que originó el paro cardiaco debido al otro disparo. Ello además ha causado otros trastornos motores y de la comunicación. Pero de todo esto se recupera rápidamente gracias al esfuerzo de su fisioterapeuta y de la logopeda, que no sé por qué, le enseña a hablar pero no a leer.

Así que, después de una sorprendente recuperación de la movilidad y del lenguaje, lo que sigue marcando la existencia de Henry después de ser dado de alta es la persistente amnesia que padece. Curiosamente, según los manuales que podemos consultar y los casos conocidos, la amnesia retrógrada no suele abarcar toda la vida del sujeto, sino el incidente que la provocó y un periodo de tiempo anterior a él, que será tanto más grande cuanto más intensa sea la afección, pero que nunca abarca la totalidad de su existencia, cosa que el cine no suele reflejar porque así consigue mayor dramatismo.

En estos casos también se suele producir una recuperación que va en sentido inverso. Los acontecimientos más antiguos, que están registrados con mayor fuerza en la memoria, se recuperan antes que los más recientes, pero poco a poco y en este sentido inverso, la memoria se va normalizando, cosa que no ocurre con Henry, probablemente por causas meramente argumentales.

Y es que en el fondo hay que volver a insistir en que se trata de una historia moralista con final feliz, en la que las referencias psicológicas están hábilmente manejadas y al servicio del dramatismo del guión.

El resultado es bueno, consigue lo que se propone y te emociona de manera entretenida ¿qué más se le puede pedir a una película?.

Saludos,



jueves, 5 de marzo de 2009

La Ola

Añade la levadura y trabaja un poco la masa.
Déjala reposar. Fermentará sola.

Me lo dijo un panadero y nunca pensé emplearlo para hablar de psicología, pero ya ves... todo tiene relación. Mira "La Ola" y compruébalo.

Rainer Wenger (Jürgen Vogel) no es el típico profesor de instituto, es el profesor que a todos nos hubiese gustado tener. Carismático, imaginativo... motivador. Sus clases pueden ser cualquier cosa, pero no aburridas.

Él querría haber dado el curso sobre Anarquía, va con su manera de ser, hasta fue "okupa" en el pasado. Pero precisamente por su carácter desorganizado alguien se le adelanta y le toca explicar la Autarquía, algo que no concuerda con sus principios.

El referente más cercano que tienen los estudiantes es el del Imperio de la Gran Alemania, pero los chicos están hartos de que les hablen del Tercer Reich y les hagan sentirse culpables de las consecuencias del nazismo. Es algo que ya está superado y purgado, no se volverá a repetir, así que no merece la pena perder más tiempo en ello.

Rainer, sus alumnos le llaman así, no está de acuerdo y les propone una actividad práctica. Eligirán un líder que señalará las directrices a seguir. Los chicos aceptan con cierto escepticismo y le eligen a él. Poco a poco van viendo las ventajas que supone pertenecer a un un grupo cohesionado.




El "señor Wenger", ahora hay que tratarle con respeto, va introduciendo modificaciones que acrecientan la identidad de ese grupo social. Y los componentes de la clase, que hasta entonces tenían bastante poco en común, comienzan a funcionar como una unidad, adoptando una vestimenta distintiva, un saludo característico, un nombre y un símbolo. Sabiéndose mejores que los demás, defienden a los de su grupo de los extraños y no les dejan participar a estos en sus actividades.

Ahora La Ola tiene vida propia y lo que su creador no sabe es que ya no puede controlarla. Los estudiantes que intentan advertir del peligro son
segregados y marginados. Incluso Karo (Jennifer Ulrich), una chica popular y apreciada por sus compañeros, es mal vista cuando se niega a adoptar las normas que la clase sigue ahora con entusiasmo desmedido. Siempre ha sido el centro de atención y ahora se ve discriminada por pensar de manera diferente.

Es un golpe duro para la muchacha, pero otros compañeros, como Tim (Frederick Lau), están entusiasmados porque siempre se han esforzado por sentirse aceptados por el grupo y ahora, por primera vez se siente parte integrante de él.

¿Cómo terminará todo esto?. Es mejor que veas tú la película, lo compruebes y saques tus propias conclusiones.

Bajo mi punto de vista el proceso es poco creíble, aunque haya pasado de verdad. Me refiero a que las trasformaciones que sufre la clase para convertirse en "La Ola" funcionan demasiado bien. Pero es interesante prestar atención a la cadena de acontecimientos que provocan el cambio en el grupo. Sin darse cuenta sus componentes están experimentando la formación de un nuevo marco de referencia, de nuevos valores.

La identidad grupal tiene un carácter relacional:



  • Los demás son diferentes porque no son como nosotros.


  • Si nosotros tenemos los valores correctos y válidos, los de los demás no lo son.


  • Si alguien pertenece a mi grupo me identificaré con él frente a los demás.


  • Si tengo que tener un trato preferente lo haré con los de mi grupo.


  • Si alguien ha de salir perjudicado serán los otros.


¿Se os ocurre algo más?. La verdad es que se podría seguir hasta el infinito.



Estaríamos hablando de preferencias del endogrupo respecto al exogrupo. En concreto de etnocentrismo. Pero no nos asustemos. ¿Es algo malo?. Obviamente no. Preferir lo propio es algo legítimo y psicológicamente necesario para nuestro desenvolvimiento como personas sociales. Entonces ¿por qué pensamos que tiene connotaciones negativas?. Pues las tiene y muchas, cuando esa preferencia por lo propio se convierte en un desprecio y denigración de lo ajeno. Pero entonces estaríamos hablando de otras cosas. De xenofobia y de discriminación principalmente.

¿Se puede ser etnocentricamente positivo y no caer en los aspectos negativos?. Evidentemente sí, cuando al mismo tiempo de preferir lo nuestro sabemos apreciar lo ajeno, o por lo menos intentamos comprenderlo. Es fácil de conseguir si adoptamos una postura medianamente relativista.

Cada cultura que ha logrado consolidarse en cualquier parte del mundo, lo ha hecho porque ha sabido adoptar unos usos y costumbres que la han servido para sobrevivir y desarrollarse. El ambiente les ha moldeado hasta conseguirlo y si no lo hubiesen hecho no estarían aquí en la actualidad. Sus usos y costumbres han sido las mejores soluciones para adaptarse al entorno. Tan buenos y válidos como los nuestros, así que tendremos que saber darle el mérito que les corresponde y no extrañarnos de ello. Sobre todo teniendo en cuenta que en su lugar nosotros habríamos hecho lo mismo.

En cuanto a las causas de la transformación de los estudiantes, si quitamos las económicas, son prácticamente las mismas que ellos apuntan para la aparición de un régimen autoritario.



  • Insatisfacción con la situación actual.


  • Inseguridad.


  • Desempleo.


  • Crisis económica.


  • Necesidad de nuevos valores.


  • Aparición de un líder carismático.

Vaya, ya se me podía haber ocurrido todo esto cuando hablaba del 23-F.

Fuera de bromas, a veces nos es más cómodo dejarnos llevar y sentir que empezamos a formar parte de algo importante, trascendente... Si se dan las situaciones adecuadas podríamos sorprendernos en las filas de cualquier organización o secta.

¿Que no?, ¿que tú no?.

¿Nunca te has sorprendido haciendo algo que pensabas que no eras capaz, arropado por el resto de la gente que estaba en una fiesta, los espectadores de un concierto o la multitud de una manifestación?.


Ya, no es lo mismo. Pero a veces parece como que esa fiesta sea continua o que la manifestación va a durar siempre. Nuestro entusiasmo se retroalimenta con el de los demás y al final... "¡caramba!, ¿cómo empezó todo esto?". Volvemos al relativismo. Piensa que no eres tan diferente de los demás.

Una postura igualmente escéptica debieron tener los alumnos de Ron Jones, un profesor de historia en la Cubberley High School, de Palo Alto, California. Los estudiantes, sobre todo los que no eran de minorías raciales, no comprendían como era posible que en Alemania se hubiese permitido llegar al poder a un partido con la ideología nazi y luego les dejasen cometer, sin protestar, todas las atrocidades que ahora conocemos. ¿Cómo se podía apoyar entusiasticamente un partido tan nefasto?.

Era el año 1967 cuando el profesor Jones quiso demostrárselo de manera práctica. Fue introduciendo suaves cambios en la clase, su disposición física, objetivos y valores, medidas de disciplina… Constituyeron un grupo que se denominó “La Tercera Ola”, ya que según parece, la ola que hace el número tres es la mas fuerte. Con este símil marino se acabó de crear un grupo cohesionado que fue adquiriendo vida propia rápida e intensamente y alumnos de toda la escuela quisieron unirse a él.

Los miembros, convencidos de la importancia de su propósito final, se empezaron a espiar unos a otros para vigilar el cumplimiento de las normas, adoptando formas coercitivas y violentas.

En definitiva la experiencia tuvo éxito, los estudiantes entendieron y vivieron lo que es el fascismo y cómo surge. Pero empezaron a actuar por su cuenta y se descontrolaron. La experiencia se volvió peligrosa y Jones tuvo que detenerla a los pocos días. Aquellos jóvenes estudiantes californianos estaban recreando un entorno totalitario, en la capitalista California de los años 60. ¿Os imagináis la mezcla?. La música de Beach Boys, los hippies, la revolución psicodélica, la revuelta estudiantil y… un movimiento neofascista. Pues pasó.




Aquí vemos al propio Ron Jones hablando sobre su experiencia (in english, sorry), pero hasta hace bien poco ha sido siempre reacio a hablar del tema, incluso lo han sido los alumnos participantes. Más adelante Morton Rhue (Todd Strasser) escribió la novela “La Ola” que Dennis Gansel adaptó en la película que hemos comentado hoy.

Si me aceptas un consejo, merece la pena verla. Y si me aceptas dos, aprovecha también para repasar las experiencias de Philip Zimbardo en La Cárcel de Stanford. Igualmente dieron pie a una interesante película de origen gérmano, “El Experimento”, que en su momento comentamos aquí.

En estas dos ocasiones han sido los alemanes los que le han sacado partido cinematográfico a las experiencias de psicología social de los americanos. Es curioso ¿verdad?. ¿Será que están más concienciados?.

Saludos,





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lunes, 2 de marzo de 2009

Camino

Manipulando sobre la manipulación o... cómo criticar empleando los mismos métodos de lo criticado.


Camino es una película que no te deja indiferente. Sales cabreado, bien con el Opus o bien con el director. Yo salí enfadado con los dos. Lo del Opus me lo imaginaba. No tengo contacto con “la obra” pero conozco gente que sí lo ha tenido y las experiencias que me han contado son “compatibles” con las que aparecen en la película. Así que aunque no te cuenten nada nuevo, te sientes mal al ver cómo manipulan a las personas.

Los simpatizantes del Opus imagino que saldrán enfadados con Fesser porque les deja bastante mal y probablemente argumenten que da una versión tergiversada, malintencionada y torticera de sus objetivos y formas de actuación. No sé si tendrán razón y tampoco me interesa mucho meterme en eso ahora. Otro día hablaremos de sectas y los mecanismos de lavado de cerebro que emplean y quizás entonces podamos debatir sobre si metemos en el saco al Opus o no.

Lo cierto es que soy contrario a los integrismos y por ello no comparto el paradigma de la obra de monseñor Escrivá. Respeto la ideología, pero no la comprendo. Creo que es muy criticable y la mejor manera de hacerlo es sacar a la luz pública sus métodos. Fesser habría realizado una gran labor ajustándose a eso. Tenía argumentos suficientes para ello.


Trailer de "Camino"


Lo que no me gustó, y me enfadó, son los recursos sentimentales e innecesarios que emplea para aumentar el tono emocional de la película. Me refiero por una parte a los malentendidos que se generan a costa de la historia sentimental de la niña. Y por otra parte, a la caracterización de sus padres, que son auténticos personajes de Walt Disney, parecen la madrastra de Cenicienta y el padre de El Rey León. No era necesario hacernos llorar así para tocarnos la fibra sensible y contar una historia que de por sí ya tiene muchísima fuerza. El empleo de esos recursos, a mi juicio, le resta credibilidad al argumento.

Por lo demás es una película muy bien hecha y con una estupenda interpretación de los actores, que no seobreactúan, teniendo en cuenta que sería fácil que cayesen en ello. Como a casi todos, me gustó particularmente Nerea Camacho, que consigue que parezca creíble el acercamiento que hace al amor de la mano de la muerte y que destaca especialmente en los fragmentos oníricos, que sirven de contrapunto a la historia real que vive la muchacha.


Bien, en otro sentido y centrándonos más en el tema, probablemente te preguntes por qué hablar de Camino en un sitio como éste, pero es que además de la experiencia psicológica que experimentan los protagonistas, me interesa el ambiente religioso que se refleja.


El hecho general es que la mayoría de la población mundial mantiene creencias religiosas, por lo menos de manera declarada, mientras que una minoría, cada vez con más peso, mantiene este tipo de creencias al margen de su ética y su moral.

Dado que en los dos segmentos poblacionales nos encontramos igualmente con personas que destacan por su bondad, integridad, espíritu de justicia… o por exactamente lo contrario, siempre me he preguntado ¿qué es lo que hace que una persona tenga creencias religiosas?, como rasgo de personalidad, me refiero.

Antes de seguir debo señalar que formalmente me declaro agnóstico. Aunque crecí en una familia coherentemente católica y recibí educación religiosa, nunca fui creyente. Las cosas que al respecto me contaban en casa, y sobre todo en el colegio, la mayoría de las veces las percibía como irreales. Ya sé que la Biblia no se puede interpretar al pie de la letra, pero recuerdo que cuando nos explicaban la Historia Sagrada, que a los niños nos gustaba mucho, siempre pensaba que los hechos milagrosos tendrían una explicación lógica. Que las murallas de Jericó cayeron por un terremoto que debió ocurrir mientras los israelitas daban vueltas con sus trompetas, que Lázaro en verdad no estaba muerto… cosas así. Para mí el mérito divino consistía en hacer coincidir los hechos adecuados en el momento oportuno, que ya era bastante, pero así me ahorraba la explicación sobrenatural de los acontecimientos.

Con mi mentalidad infantil no acertaba a saber qué me impedía aceptar las explicaciones que a los otros niños les encantaban, pero es que a mí no me cabía en la cabeza que Dios crease un universo con unas leyes físicas perfectamente trabajadas y luego se las saltase para demostrar su poder. Es como si el diseñador de un juego, para demostrar su pericia en él, se saltase las reglas que había creado y se dedicase a hacer trampas.

Al final te acabas haciendo tu marco de referencia ético-científico-moral y procuras ser coherente con él. Pero es difícil ser agnóstico en un país creyente, sobre todo cuando estás afianzando tus ideas. Cuando murió Franco yo ya estaba en la universidad, así que mi adolescencia la pasé en una sociedad religiosa.

En un ambiente así, cuando a alguien le dicías que no crees en Dios, invariablemente me veía envuelto en una conversación semejante a la siguiente:

- “¡¿Qué no crees en Dios?!, y entonces ¿quién ha creado todo esto?.

- Pues no estoy seguro ¿quién ha sido según tú?.

- ¡Dios!, claro.

- ¡Y quién creó a Dios?.

- ¿A Dios?. ¡Qué tonterías dices!. A Dios no le creó nadie, ha existido siempre.

- ¿Y por qué no pudo haber existido siempre el Universo de una manera u otra?.

- Pues… ¡porque no!. El Universo lo tuvo que crear alguien.

- ¿Y a Dios no?, ¿por qué?.

- Ya te lo he dicho, porque no, porque estaba ahí desde el principio.

- Vale, pues estamos los dos igual. Ninguno sabemos lo que pasó al principio, sólo que yo me he ahorrado un paso.

Entonces no conocía lo de la Navaja de Occam (“no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias”), pero se ve que lo intuía ya.

El caso es que las veces que he preguntado a los creyentes por qué creen, nunca me han dado una explicación convincente. La verdad es que muchas veces ni se lo plantean. Aunque también hay que decir que yo tampoco les he convencido a ellos nunca, así que la cosa queda en tablas.


De todas maneras, visto como va el mundo en la actualidad, si fuese creyente pensaría que Dios creó el universo en seis días, al séptimo descansó y desde entonces no ha dado un palo al agua, aunque como eso de los días es metafórico y en realidad esos periodos bíblicos duraban miles de millones de años, igual es que aún estamos en su domingo y el lunes que viene se levanta con ánimo de enderezar las cosas, que la creación se le ha torcido un pelín.

Por otra parte, puede parecer esclarecedor el hecho de que la inmensa mayoría de los pueblos del planet hayan desarrollado alguna forma religiosa y tengan creencias divinas. El caso es que las culturas, ante problemas semejantes suelen encontrar soluciones semejantes y la religión es una importante forma de control social que conlleva una serie de actuaciones que facilita enormemente el mantenimiento de las civilizaciones que la desarrollan.

Las religiones entonces, existen no ya porque sean verdaderas, que no lo sé ni tengo medio de negarlo, sino porque son útiles, muy útiles. Tanto es así que si Dios no existiese habría que crearlo, así que lo que me pregunto es si no es eso lo que hemos hecho en verdad. Es más, creo que cada cultura crea sus dioses a su imagen y semejanza y no al revés. Examina la idiosincrasia de cada pueblo y su dios y sabrás por qué lo digo.

Otra cuestión es el importante consuelo psicológico que supone llevarte bien con tu dios. En principio te asegura la felicidad eterna, sea a base de vírgenes, de la contemplación de la belleza divina o de ambas cosas a la vez… como nadie ha vuelto para contarlo. Puede que esto te parezca una tontería, pero como dice Eduard Punset en su libro “El viaje a la Felicidad”, hace poco más de doscientos años, cuando la esperanza de vida de los humanos era de apenas treinta años, lo justo para reproducirse y poco más, era normal creer que la felicidad llegaría en la vida futura que estaba por venir, porque en esta había sitio para pocas alegrías.

Jorge Manrique en las "Coplas por la muerte de su padre" decía:


Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.



Coplas por la muerte de su padre

Cantadas por Paco Ibañez


Y como alegrías había pocas y penas bastantes, éstas se hacían más llevaderas si pensamos que son pruebas que Dios nos pone para ganarnos la salvación. Igual que la madre de Camino está convencida que Él ha elegido a su hija porque la quiere llevar consigo.


Es difícil para un padre asumir la muerte de un hijo. Estamos preparados para aceptar la muerte de nuestros padres, pero no la de nuestros hijos. Sin embargo ella le da gracias a Dios todos los días por la enfermedad de su hija. Evidentemente quiere sentir lo que dice para no decir lo que siente, por muy devota que sea. En fin, quien no se consuela… Para unos el argumento de la madre tendrá razón de ser, para otros será absurdo, todo dependerá de lo que cada uno crea.

Esto me recuerda un chiste de Faemino y Cansado.

Pregunta: “¿Por qué los de Lepe creen en Dios?.”
Respuesta: “Por la fe”.

No os lo toméis a mal. De buen rollo ¿eh?.

Saludos,


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